top of page

La enfermedad como mensaje

  • Foto del escritor: nozomivillarreal
    nozomivillarreal
  • 1 feb
  • 4 Min. de lectura

El cuerpo hablando


La enfermedad tiene un significado único y profundo para cada uno. Está diseñada para transitar ciertos lugares que de otra forma no transitaríamos. Es un pedido del cuerpo de mirar ahí, entrar y comprender. Por otro lado, es aquello que se diseñó por los patrones propios que fueron llevando al cuerpo a cierto cause. Sin embargo, estos dos conceptos no están separados, sino que están plenamente interrelacionados.

 

ree

Comencemos por el segundo concepto: la enfermedad es aquello que se diseñó por patrones propios (aprendidos) que fueron llevando al cuerpo a cierto cause. El cuerpo está vivo. Aunque esta afirmación parezca obvia, pareciera que la pasamos por alto. No tenemos incorporada la idea de que nuestro cuerpo aprende, para ser más específicos, nuestros órganos aprenden y nuestras células también. Esta es una función adaptativa. Quizá es más fácil aceptarla a nivel biológico: si entra una bacteria y el sistema inmune la enfrenta, queda grabado en dichas células un aprendizaje sobre esa bacteria, que ayudará a que las siguientes veces se pueda enfrentar el evento con más herramientas. Sin embargo, no tenemos en cuenta que el aprendizaje de nuestro cuerpo no funciona solamente a ese nivel “básico” biológico, sino que también existe un aprendizaje de comportamientos, gustos, patrones, vicios, carácter, etc.

 

Este tipo de aprendizaje, que tiene un corte más emocional-mental, no sucede únicamente en lo macro, en mí mismo como organismo completo, sino que los órganos también están aprendiendo y copiando comportamientos repetitivos de mí como organismo. Lo micro siempre aprende de lo macro. En realidad, más que un aprendizaje, es casi como si recibiera una orden. Cuando nos comportamos reiterativamente de cierta forma, por ejemplo, con miedo, los órganos aprenden a reproducir ese patrón de miedo, constriñéndose, protegiéndose, hiperactivándose o desactivándose a raíz de ello. Si el miedo se convierte en un patrón de nuestra personalidad, ese patrón se volverá también un patrón del cuerpo. Todo lo mental tiene una repercusión en lo emocional y, ambos, en lo físico.

 

De manera que se podría decir que efectivamente nuestra personalidad define nuestros patrones de enfermedad. Es lo que aprende el cuerpo de cómo nos comportamos en el día a día. Con esto, llegamos al primer concepto: la enfermedad tiene un significado único y profundo para cada uno. Continuando con el ejemplo del miedo, si bien todo el cuerpo se ve afectado por este patrón, será algún (o algunos) órgano(s) específico(s) el que se vea más afectado. Aquí es donde comienza el significado profundo y “personalizado” para cada uno.

 

Si observo que comienzo a sufrir ciertos síntomas que desvelan una enfermedad, normalmente la primera reacción es pensar “por qué me pasa esto”. Probablemente lo primero que revisemos es nuestra dieta o qué factores externos pudieron ser los “contaminantes” que nos llevaran a enfermarnos. Es más fácil poner la responsabilidad en un factor externo como causa de la enfermedad que indagar qué patrón dentro de uno llevó a enfermar.

 

Si bien es más fácil, se convierte en una trampa, porque comenzamos a pensar que, como se originó por causas externas, la única manera de sanarlo es de la misma forma: con cosas externas. Lo que genera que nunca comprendamos la razón verdadera y profunda de nuestra enfermedad, llevándonos cada vez más lejos de nosotros mismos. Además, esto puede repercutir en que, si no aprendemos lo que necesitamos aprender con ello, aparezca otra enfermedad que nos traiga el mismo mensaje, solo que de otra manera. El cuerpo es muy sabio, sabe hacerse escuchar.

 

Sin embargo, si volteamos la mirada hacia adentro y comenzamos un camino de indagación, nos daremos cuenta de que todo cobra sentido. Que la enfermedad que me corresponde se expresa de esa manera para que yo pueda comprender el mensaje diseñado para mí que lleva dentro. Nos habla de las maneras equivocadas que tenemos de vivir la vida, de nuestra falta de comprensión, de nuestros patrones de evitación, de heridas emocionales, de las conductas que sostenemos y que nos hacen daño. Nos habla un lenguaje tan claro que es imposible no creerle.

 

Entonces, lo que la enfermedad pide, es que atendamos eso que no queremos ver en nosotros mismos y nos hagamos cargo de ello. Que sanemos nuestras heridas, que tomemos conciencia. La enfermedad se convierte en el vehículo para trabajar aquello que estuvimos evitando hasta el momento, pero que con esta alerta física se vuelve urgente tener que trabajarlo, ya que ahora todo el organismo está comprometido.

 

De manera que, si ampliamos la mirada, la enfermedad no es una “mala suerte” que nos tocó vivir. Se generó dentro, hace muchos años quizá, y comenzó tan solo como un pensamiento negativo o una emoción bloqueada o repetitiva. Al no tomar consciencia de ello, se fue agrandando como una bola de nieves, convirtiéndose en un patrón de conducta. Que, al ser utilizado constantemente sin tomar consciencia de ello, fue reforzando la creencia/emoción que lo generó todo.

 

Esta mirada no debería traer culpa, sino, liberación. Ya que nos permite comprender que, si todo se origina dentro, podemos hacernos cargo nosotros mismos de lo que nos sucede. Aceptando el momento y la intensidad de la enfermedad que nos toca vivir, aceptando que no pudimos hacer las cosas de otra manera y con ello, recibiendo con calma el mensaje que nos corresponde para nuestro aprendizaje y evolución.

 
 
 

Comentarios


©Nozomi Desarrollado y protegido por Wix

bottom of page