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Nuestra responsabilidad planetaria

  • Foto del escritor: nozomivillarreal
    nozomivillarreal
  • 1 feb
  • 3 Min. de lectura

El trabajo interior no es solo para uno mismo


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Actualmente, el planeta está experimentando cambios a nivel macro que, para nosotros, en este nivel micro, son difíciles de comprender. Sin embargo, podemos sentir su repercusión en nuestros cuerpos y en los procesos por los que transita la humanidad misma. Hay una aceleración y un aumento en la intensidad de las cosas que ocurren, todo “explota” por todas partes, todo se abre y se vuelve más visible. A nivel planetario, podemos ver fenómenos climáticos que no habían sucedido antes, huracanes y terremotos en lugares que no les corresponde, y una variedad de eventos en la Tierra que nos demuestran que en este tiempo todo cambia y se va perdiendo hasta la previsibilidad de las estaciones. Esto ya no es reversible.

 

 A nivel de la humanidad, la intensidad aumenta tanto en lo que consideramos “positivo” como “negativo”. Los avances tecnológicos y científicos van de la mano de la sofocación de los derechos, la enfermedad, las guerras que podemos ver y las que no. La violencia, la crueldad, el sueño en el que vivimos, la sociedad consumista, van de la mano de nuevos despertares, de ayuda mutua y sentido comunitario, de bondad desbordante, y de millones de personas tomando cada vez más consciencia sobre el cuidado de sí mismos y de su planeta.

 

Es una época que podríamos llamar asfixiante, por la intensidad que trae. Es importante que no evitemos más la asfixia del mundo en el que vivimos, sino que comencemos a tomar consciencia de ella, a sentirla, a vivirla, para comprender cuál es su llamado. Es una asfixia que en definitiva permitirá algo más, y es nuestra tarea descubrir qué. Los grandes cambios siempre se generan a partir de grandes crisis, ya que ellas son las que permiten dar el salto cuántico hacia el cambio de paradigma.

 

Si bien esta es una crisis a nivel planetario que concierne y afecta a la humanidad como especie, es también un llamado a la responsabilidad desde un nivel individual, a hacernos cargo de lo que sucede. Si reducimos la mirada a lo micro, a la vida de cada uno, podrían parecer insignificantes los aportes de un individuo. Sin embargo, para que algo suceda a nivel colectivo, la consciencia debe comenzar a desvelarse a nivel individual. El sentir que cada uno de nosotros es partícipe de esto, como causa y consecuencia, como una célula que pertenece a un gran organismo, es fundamental para comenzar a hacer un cambio.

 

Ese cambio solo será posible si cambiamos la mirada y la forma en que nos relacionamos con la vida y el planeta. Comprendiendo que el granito de arena de todos es necesario para crear un nuevo colectivo. Se necesite una nueva mirada, que amplíe nuestros horizontes más allá de lo mío, de lo propio y de lo que quiero. Que incluya a los demás como parte de un todo, desde la comprensión de que todos los seres juntos construimos ese todo. Buscando ver más profundo, más allá de la capa superficial de lo que creemos que somos, este cuerpo y la satisfacción de sus necesidades de supervivencia y de logro. Más profundo hacia ese susurro de vida, ese Espíritu que nos conforma y que es lo que compartimos. Aquello que hace que la diferencia entre tú y yo sea ninguna.

 

Sin un trabajo de autoconocimiento, este cambio en la mirada es imposible. La evolución personal es lo que permitirá ver las cosas de manera diferente y ayudarnos entre todos a comprender el mundo de manera diferente. Es lo que repercutirá de manera más profunda en el cambio de paradigma del planeta, desde donde realmente podemos crear una nueva Tierra habitada por humanos con consciencia de Unidad. Esta es nuestra real responsabilidad con los demás, con uno mismo y con la madre Tierra que nos contiene. Hacer que la evolución personal abra la consciencia hacia el cambio colectivo, por lo que se convierte en un imperativo impostergable.

 
 
 

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